martes, 10 de mayo de 2016

Asiana (Madrid)

Muy interesante y agradable la cena que tuvimos ayer, en este “secreto a voces” que es Asiana. Una tienda de muebles y decoración, de influencia asiática, que por la noche convierte su piso de abajo en un lugar mágico cuyo director de orquesta es Hiroshi Kobayashi. Maître y sumiller, Hiroshi deleita a los comensales con su simpatía y buen hacer, y es sin duda uno de los alicientes adicionales de este sitio. El menú es fijo, y lo cambian aproximadamente cada 15 días. Al frente, como propietario y chef, Jaime Renedo. Pese a su juventud, Jaime se ha formado en los mejores templos de la cocina, tanto en España (Santo Mauro, El Bulli) como en EE.UU. (Hotel Belaggio, Las Vegas). Esto, unido a su imaginación, hacen de cenar en Asiana una experiencia maravillosa.

Empezamos con varios pica-picas, lo que más nos impresionó. Pedimos el maridaje de vinos, así que nos pusimos en manos de Hiroshi. Para empezar, un champagne André Clouet que nos impresionó. Estupendo. Procedente de una pequeña finca de tan sólo 7 hectáreas, nos encantó. Pero volviendo al pica-pica, primero una ensalada de migas de pollo con salsa de sésamo. Rica. Un taco de salmón marinado con salsa de soja a los cítricos. Estupendo. Corte de mi cuit de foie con pan de especias. Delicado, exquisito.

Seguimos con un par de sorpresas fuera de carta. Almeja gigante con gelatina de té verde y eneldo. ¡¡¡Qué maravilla!!! ¿Puedo decir que es la almeja más rica que he tomado nunca? Lo era… La almeja fresca, fresca; la combinación, acertadísima. Seguimos con un mejillón frito, con espuma de cerveza y mayonesa picante. Delicioso también. Después, un carabinero en pincho con salsa tailandesa de coco y mermelada de chile. Nueva sorpresa. Sublime, único, un placer en la boca. Si cabe, algo aceitoso, pero no en exceso. Para acabar, una brocheta de pichón de bresse con Kimuchi. Fue la única decepción de los aperitivos. La verdad es que estaba rico, pero llegó un poco frío a la mesa, y además, después de la almeja, el carabinero y el mejillón, se quedaba demasiado apagado. Probablemente, sobra, y sería mejor acabar con el carabinero.

Pasamos a los entrantes. En primer lugar, un gazpacho de melón y lemon-grass con tiradito de bogavante y mero. Otro plato maravilloso. Fresco, lleno de sabor, maravillosamente conjuntado. Para acompañarlo, una copa de fino Tío Pepe. Este es el único maridaje que no nos gustó. La verdad, Tío Pepe después de un champagne tan delicado… no nos acabó de convencer. Después, un won-ton de vieras con Thai en cesta de patata. También nos gustó mucho. Esto, lo acompañamos con un rosado del Penedes, Gran Caus.

Pasamos a los platos principales. Arroz Tom Yum con chipirón, ají amarillo, edamame a lo ibérico y pil-pil de cilantro. El chipirón frío, y un poco chicloso. No nos gustó. El arroz, perfecto y sabrosísimo. Lo acompañamos de un albariño, Lagar de Costa 2006. Seguimos con una lubina con espárragos en 5 texturas. El pescado rico (que no espectacular), y los espárragos en 5 texturas muy logrados todos. Bebimos un b

lanco del sur del Ródano, Saint-Joseph 2002, que nos encantó. Para acabar con los principales, un cochinillo confitado con su jugo especiado y espuma de mostaza japonesa, que regamos con un tinto Ribera del Duero, Dominio de Atauta 2005. Un vino seguro y sin sorpresas. Siempre rico. EL cochinillo rico (aunque a estas alturas ya estábamos todos llenos), pero en cambio no nos convenció la espuma de mostaza. Demasiado picante, predominaba por encima del cochinillo.

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